Para vivir ese momento tan grande, que fue la tanda de penaltis, emprendí la busqueda del audio de los penales de la cadena ser, que siempre se "dejan" la piel, y edite un video, tras varias horas, con las imágenes de los lanzamientos. Espero que os guste y que disfruten.
España - Italia, penaltis narrados por la Cadena Ser
Para vivir ese momento tan grande, que fue la tanda de penaltis, emprendí la busqueda del audio de los penales de la cadena ser, que siempre se "dejan" la piel, y edite un video, tras varias horas, con las imágenes de los lanzamientos. Espero que os guste y que disfruten.
Migración e identidad en España
Las migraciones, y los migrantes, son algo característico de este mundo desde que los españoles llegaron a América. No obstante, para los españoles y españolas es en estos tiempos cuando parece que el hecho migratorio más nos repercute. Con el objeto de entender un poco más aquello que llamamos migración, hay van estas líneas.
Introducción
El presente ensayo pretende proporcionar unas pinceladas sobre el lugar y la importancia del proceso migratorio en la sociedad española durante los últimos 40 años –donde España ha pasado de país emisor a receptor.
Para ello, se hace necesario, en primer lugar situar la migración en un contexto más global, analizando las causas que hay detrás de éste. Así, trataremos de explicar porque se producen las migraciones, en ambos sentidos: porque los inmigrantes en muchas ocasiones se siente forzados a abandonar sus países y porque eligen, en este caso, España como país de llegada.
El hecho migratorio presenta una relevancia –a la vez que un desconocimiento- en España que no podemos obviar. La venida de migrantes durante los últimos 10 años –junto con la ayuda de otros aspectos, está favoreciendo un debate sobre el lugar que presenta la identidad nacional en la población española. Intentaremos ahondar en esta identidad.
Asimismo, esta llegada de personas de otras nacionalidades –que normalmente suelen presentar otros modelos culturales, facilita la aparición de actitudes racistas y xenófobas en la sociedad española. Trataremos de explicar que aspectos subyacen a estas actitudes y porque se producen éstas.
Las migraciones en un contexto global. Aproximación al porque de las migraciones.
Pero, ¿a que obedecen estos movimientos migratorios de los países menos avanzados hacia los países más desarrollados? Para responder a esta pregunta, seguiremos los planteamientos de Portes (2001).
Sin embargo, estas relaciones históricas -que si han determinado los movimientos migratorios actuales- no terminan de explicar plenamente las migraciones. Así, para seguir con la explicación, se hace necesario realizar un análisis de los contextos sociales migratorios, señalando las fuerzas que dan forma a éstos. Una de estas fuerzas, que han determinado los movimientos de población, es el reclutamiento de trabajadores, que se ha convertido en un mecanismo importante para recuperar anteriores relaciones establecidas por el colonialismo. Otra, son los desequilibrios, sociales y económicos, entre países emisores y receptores de migrantes. Por último, encontramos el establecimiento de redes sociales, que facilitan en gran medida el flujo de migrantes.
Identidad nacional
No obstante, antes de adentrarnos en el debate de la identidad española, pasemos a analizar y comprender mejor lo que queremos decir cuando hablamos de identidad. Para ello, nos apoyaremos en las ideas de Amin Maalouf (2007) alrededor de ésta. Para Maalouf la identidad no es algo inmutable, cerrado sino que está continuamente expuesta a la transformación, a la permeabilidad:
“La identidad no se nos da de una vez por todas, sino que se va construyendo y transformando a lo largo de toda nuestra existencia […] los elementos de nuestra identidad que ya están en nosotros cuando nacemos no son muchos –algunas características físicas, el sexo, el color,.. Y además, ni siquiera entonces todo es innato” (Maalouf 2007, 31).
Según Maalouf, la identidad de una persona es tan compleja y única que no se puede reducir a la nacionalidad o la religión. La identidad que cada individuo vamos conformando es irremplazable, imposible de confundirse con ninguna otra. Con ello, Maalouf nos quiere decir que cada uno somos distintos de los demás, de este modo nos alienta a que cada uno/a de nosotros/as cultive su propia identidad:
“Se debería animar a todo ser humano a que asumiera su propia diversidad, a que entendiera su identidad como la suma de sus diversas pertenencias en vez de confundirla con una sola, erigida en pertenencia suprema y en instrumento de exclusión, a veces en instrumento de guerra. Especialmente en el caso de todas las personas cuya cultura de origen no coincide con la cultura de la sociedad en que viven, es necesario que puedan asumir, sin demasiados desgarros, esa doble pertenencia, que puedan mantener su apego a su cultura de origen, no sentirse obligados a disimularla como si fuera una enfermedad vergonzante, y abrirse a paralelo a la cultura de origen” (Maalouf 2007, 169).
Una vez conocida en más profundidad la idea de identidad, volvamos a retomar el debate del que antes hablábamos. Como decíamos con anterioridad, la inmigración ha supuesto en la sociedad española un cuestionamiento de lo que significa “ser español”. Con la presencia extranjera, la idea de nación –y por ende la identidad nacional- se torna inestable, al oponerse aquella a los discursos monoculturales occidentales que tradicionalmente han dominado (Davies 2006, 100). Esta situación se podría percibir como una magnifica oportunidad para cuestionarnos nuestra identidad, para enriquecernos a partir de la interacción con el “otro”. A este respecto nos dice Millán Agudo:
“La inmigración y el multiculturalismo que ésta conlleva no se han convertido en el mayor problema de nuestras sociedades, como se insiste en denominar el fenómeno desde los foros de opinión, sino en uno de sus mayores potenciales de desarrollo humano gracias a la riqueza que supone el mestizaje y la convivencia de diferentes culturas, algo que debería conducir a una mayor tolerancia, solidaridad y cooperación entre los pueblos” (Millán Agudo 2002, 12).
Sin embargo, sucede todo lo contrario: los inmigrantes son percibidos como una amenaza, como una invasión; la solidaridad suele brillar por su ausencia y la tolerancia se encuentra guardada en un cajón, tornándose en intolerancia. Resultado: aquellos son víctimas de prácticas racistas y xenófobas por parte de la sociedad nativa. Se convierten en excluidos sociales. Mas, ¿porque se producen estas prácticas, que hay detrás de estos discursos y actitudes? Intentemos responder a esta cuestión.
Racismo y exclusión social
Para entender el racismo hoy día es necesario tener muy en cuenta la idea de nación. Ésta va ser el motor del racismo, la que alimente a éste. Para entender mejor el racismo, seguiré los planteamientos de Freddy Rivera (2004) sobre este particular.
Como antes veíamos, la nación no deja espacio para la heterogeneidad. Así, aquella es concebida como una realidad impertérrita, donde se enfatiza la existencia de un único modelo cultural. No gusta de contradicciones y su sentido es llegar a ser una supercomunidad homogénea, caracterizada por una identidad inmutable. De esta forma, los grupos poblacionales que se salen de ese único modelo cultural, aquellos que presentan identidades y realidades diferentes, son objeto de discriminación y exclusión, es decir, de prácticas racistas.
Estas prácticas, nos dice el autor, históricamente hacían referencia a la biología –a la inferioridad natural. Actualmente, se abandonan las referencias a la raza; el nuevo racismo se nos presenta de una forma más sutil, a saber, en términos de cultura.
“Las referencias a la raza y a la sangre son abandonadas y las antiguas prescripciones biologizantes de pureza racial se expresan ahora en términos de cultura a través de una discursividad que enfatiza el evitar el cruzamiento interétnico y la mezcla cultural, ya que parte de la irreductibilidad de las diferencias culturales” (Rivera 2004, 4-5).
De esta manera, se nos dice que hay que evitar la miscelánea cultural, el contacto interétnico. Para legitimar este discurso, los neo-racistas se valen del derecho a la diferencia y a la diversidad cultural como argumento para evitar la mezcla entre unos y otros –convierten este diferencialismo absoluto en una forma sutil de racismo. Desde este discurso, los inmigrantes son vistos como una amenaza capaz de disolver y desestabilizar la identidad cultural de un país. Este racismo, inevitablemente, trae consigo la exclusión social y la represión; el trato desigual hacia el otro, hacia el inmigrante.
Conclusión
La actual situación global, impregnada de desigualdades socioeconómicas entre el norte y el sur, propicia que los movimientos de población se encuentren a la orden del día. Estas migraciones son explicadas, normalmente, en términos simplistas, a saber, todo se reduce a la “fatal” situación del inmigrante. Sin embargo, es necesaria una visión más profunda para poder revelar toda la complejidad de las migraciones. Así, debemos fijarnos en ciertos aspectos que nos ayudan a comprender el fenómeno: necesidad de manos de obra, los desequilibrios sociales y económicos, las relaciones históricas y las redes sociales.
Durante las últimas décadas, la sociedad española, ayudada por esta situación global y su situación particular, ha sido objeto de una vertiginosa transformación socioeconómica. Esta metamorfosis ha ido acompañada de un cambio de papeles en la naturaleza de las migraciones. Así, hemos pasado de país pobre y emigrante -especialmente en la década de los 60- a un país rico e inmigrante- con un 9.3% de la población en categoría de inmigrado/a.
Esta situación, ha propiciado un cuestionamiento de la identidad nacional española, identidad que se ha conformado bajo unas condiciones de hermetismo e inmutabilidad. Sin embargo, la identidad nunca es fija sino cambiante, permeable y múltiple. La españolidad evoluciona constantemente con pautas de migración y movilidad que obligan a los españoles a nuevas posiciones de sujeto desde donde deben reconsiderar su situación (Davies 2006, 108).
El racismo, tan relacionado a la idea de nación, no ayuda en nada a esta reconsideración de la identidad española. Más aún, propicia situaciones de exclusión y marginación, dejando escapar la gran oportunidad de derribar las fronteras culturales, y de enriquecernos mutuamente, que tan separados nos tienen a unos y a otros.