Globalización y posibles alternativas

En la línea de Marx, podemos decir que un nuevo fantasma recorre, no sólo Europa sino, el mundo entero. Es la globalización: concepto escurridizo que anda en boca de todos. Sin embargo, no encontramos cierto consenso, ni tan si quiera académico, sobre que es aquello a lo que se refiere. Estoy de acuerdo con Ulrich Beck cuando dice que “globalización es a buen seguro la palabra (a la vez eslogan y consigna) peor empleada, menos definida, probablemente la menos comprendida, la más nebulosa y políticamente la más eficaz de los últimos años” (Beck 1998:40).
Se hace necesario, pues, indagar en ella con el objeto de esclarecer aquello a lo que remite la globalización. Emprendamos el camino, aún a sabiendas de que nuestras conclusiones serán solo parciales e imprecisas.

La globalización se hace ilegible si no tenemos en cuenta los procesos más vastos en los cuales aparece: el capitalismo, y el imperialismo inherente a este. En primer lugar, es necesario tener una cosa clara: prefiero hablar de globalizaciones antes que de globalización. En los procesos complejos los plurales son más ricos que los singulares. Si aceptamos que nos encontramos ante un proceso complejo, al hablar de una única globalización nuestro acercamiento tendrá el peligro de ser deficiente. De esta forma, tendremos en cuenta las diferentes dimensiones de la globalización, a saber: económica, política y cultural. Aunque estos tres campos de la realidad social se encuentran en intima relación[1] presentan aspectos y particularidades únicas.

Un aspecto “polémico” en torno a la globalización es la determinación de su comienzo. ¿Es ésta un proceso que se inicio a la par del capitalismo allá por el siglo XV (Wallerstein 2005)? ¿O, por el contrario, es un proceso sólo característico de las últimas décadas? Bajo mi parecer, ambas posturas podrían ser plausibles. Si nos acercamos desde la larga duración podemos apreciar como aquello que, en un principio era local (una economía capitalista, una democracia liberal y una cultura europea), a lo largo de los últimos siglos se ha convertido en global. Esta seria, precisamente, la definición menos compleja de globalización: ciertos procesos locales (ya sean económicos, políticos y/o culturales) se expanden hasta convertirse en globales. Sin embargo, si defendemos que la globalización simplemente es un proceso histórico de larga duración, estaríamos ignorando todos los procesos actuales, dejando de lado aquello que de novedoso presenta la época presente en torno a este concepto.

Así, aceptando que hubo una primera globalización al calor del capitalismo, pondremos la atención en los aspectos novedosos de nuestro tiempo, en aquello que hace de hoy una época de incertidumbre (Bauman, 2007).

Globalización económico-política

La actual globalización económica no puede ser entendida sino tenemos en cuenta la presencia de las políticas neoliberales surgidas a principios de los 80. Estas políticas se han caracterizado, principalmente, por una desregularización de la economía, una fe ciega en el libre mercado y unas privatizaciones de todo aquello que era público. La implantación de estas políticas a lo largo y ancho del sistema capitalista ha posibilitado una economía tremendamente globalizada donde cada vez más las empresas transnacionales se convierten en uno de los actores principales de la economía. Podemos decir que más que nunca nos encontramos ante una internacionalización de la economía.

Junto a estas políticas neoliberales hemos visto la creación, en las últimas décadas de diferentes instituciones económicas planetarias, tales como el FMI, la OMC, y el BM (también encontramos instituciones políticas como por ejemplo la OTAN). Instituciones estas, supuestamente imparciales en la regulación de la economía mundial. Y digo supuestamente porque en la realidad funcionan como sustento y legitimación del orden operante, del imperialismo estadounidense. Es aquí donde toma sentido la esfera política.

Para acercarnos a ésta, nos será de gran ayuda el concepto de hegemonía (Wallerstein, 2005). Históricamente, en el sistema-mundo capitalista encontramos un Estado-nación que se ha elegido como hegemónico. Así, esta potencia hegemónica logra establecer las reglas que marcan la dirección de la economía-mundo. Los EEUU, como la actual hegemonía (aunque inexorablemente en declive), utiliza tales instituciones en función de sus intereses. Este carácter hegemónico de EEUU también nos ayuda a comprender su postura política internacional, basada en el unilateralismo y su auto-reconocimiento como “referente de la humanidad”.
Es en esta dimensión económico-política donde aparece el carácter ideológico de la globalización. Ésta, a través de sus políticas neoliberales, es concebida como la única alternativa posible de la realidad actual, como la única “receta” que pueden seguir los Estados. Con éstos, los Estados, llegamos a otro punto interesante de la globalización. En ella éstos se vuelven marginales en el aspecto económico-político. Ahora bien, no debemos confundir esta marginalidad con incapacidad, porque precisamente fueron los Estados los que impulsaron estas políticas. Una característica importante a resaltar referente al estado es su actual crisis política, la perdida de legitimidad de la democracia liberal.

Globalización cultural

Una vez tratados los aspectos económico-políticos de la globalización, ha llegado el turno de adentrarnos en la dimensión cultural de ésta. Si realizamos una reflexión rápida y superficial sobre este aspecto lo más tentativo seria concluir que las diferencias entre las culturas están desapareciendo, esto es, que las culturas se tornan homogéneas, que la american way of life se propaga de forma inevitable por todo el planeta. Mas, en esta reflexión, es importante y necesario no reducir la cultura a productos culturales. Que ciertos objetos culturales se encuentren diseminados por las diferentes culturas no significa que los seres humanos seamos cada vez mas iguales, ni que nuestras significaciones sobre la vida (bajo mi parecer este es el aspecto relevante de la cultura) sean las mismas. Nada más lejos de la realidad, ya que con la “agresión” de las políticas neoliberales se produce un doble proceso identitario: por un lado, hay un debilitamiento de ciertas identidades y por el otro, encontramos un reforzamiento de éstas. ¿Qué es lo que caracteriza a este proceso? Principalmente, en que una de las identidades que ha presentado mayor importancia, la nacional, pierde presencia a favor de identidades locales y regionales. Esto es, la comunidad nacional, tan relevante en los presupuestos de la modernidad, de cierta forma se difumina (no obstante, es paradójico como están surgiendo nacionalismos del pueblo, un nacionalismo de resistencia[2]).

Un proceso que ayuda a este cuestionamiento de la identidad nacional son las migraciones. Aunque la presencia de éstas no sea una característica exclusiva de los tiempos actuales si podemos apreciar que “desde 1945, y especialmente desde los años 70, se ha producido un aumento de los movimientos internacionales de población que abarca todas las zonas geográficas” (Castles 1997: 2). Esta movilidad poblacional tiende a romper las barreras territoriales nacionales.

Por ultimo, en un intento por terminar de caracterizar al tiempo presente son relevantes tres circunstancias que se dan hoy día: a. la gran precariedad laboral de nuestros días (Beck, 2000), b. la crisis ecológica, o más bien la conciencia global de dicha crisis; c. el incremento de las desigualdades socio-económicas, aspecto relacionado con el carácter de exclusión propio de la globalización (De Sousa Santos, 2001).

¿Hacia donde ir? Posibles alternativas

Como hemos visto, la globalización se representa por un lado, como la pérdida de autonomía de una nación para regular su economía y por otro, como el surgimiento de una economía mundial que hace imposible cualquier intento de salir de la lógica reinante. Pues bien, entre estos extremos es donde deben surgir las diferentes alternativas posibles. Pondremos el énfasis en los aspectos económico-político ya que a mi parecer éstos determinan la esfera cultural. No olvidemos que el capitalismo, un sistema económico, se ha convertido en un sistema social.
Antes de entrar en los posibles senderos emancipadores, creo importante rescatar dos conceptos que nos ayudarán a entender en mayor amplitud las posibilidades existentes. Me refiero al par centro/periferia. Establecido en los años 50 por los académicos de la CEPAL, y rescatado más tarde por los teóricos del sistema-mundo, estas categorías nos remiten a la naturaleza del capitalismo. Así, el centro fue siempre el que marcó las reglas del sistema y el que dirigía la dirección de éste. Por el contrario, la periferia siempre ha estado sometida, saqueada y sumisa. Por esta razón, y como estamos comprobando en los últimos años en América Latina, es la periferia la que tiene las mayores potencialidades, la capacidad contrahegemónica, para comenzar a esbozar estas alternativas tan deseadas.

Como sostenía Braudel, el capitalismo no es, precisamente, una economía de mercado sino, antes bien, el antimercado. Claramente, pues, se hace urgente volver a un mercado “otro” ya que éste es necesario. Es imperioso otro sistema de producción que sea capaz de ser más equitativo y redistributivo. ¿Qué medidas tomar para lograr esa economía “otra”? En primer lugar, los Estados-nación deben volver a sujetos activos de sus economías, a convertirse en los reguladores de ésta: subsidios, reformas agrarias, reducción de las privatizaciones,… (aquello que, precisamente, estamos observando en países como, por ejemplo, Bolivia y Venezuela). Una vez emprendido este camino, sería pertinente crear sistemas alternativos de producción. A mi parecer, dichos sistemas deben de converger en un aspecto: la comunidad, lo cooperativo. Así, la creación de pequeñas redes (para paulatinamente irse expandiendo) puede ser uno de los primeros pasos de una economía más humana, más personal.

En otro sentido, es necesario cuestionarse la figura del Estado-nación como única institución legítima para llevar a cabo el proyecto democrático. Porque, como decíamos antes, la credibilidad en la democracia liberal participativa esta en bancarrota. Es hora de re-configurar que es eso a lo que llamamos democracia. Mediante este re-pensar lo democrático sería posible nuevas formas de experimentar lo político (un ejemplo de esta nueva democracia participativa serían los caracoles neozapatistas).

Por otro lado, nos es imposible desdeñar la gran cantidad de movimientos sociales que surgen alrededor del planeta, aunque en especial en América Latina (así tenemos a los piqueteros argentinos, el Movimiento Sin Tierra de Brasil, los movimientos indígenas de Bolivia y Ecuador o los propios zapatistas mexicanos). Se precisa afianzar y propagar la luz que ofrecen estos movimientos. Son éstos los que pueden hacer que lo local se torne en global, sirviendo de ejemplo para otras luchas sociales.

Un aspecto obvio, pero no por ello menos importante, que apremia ser solucionado es las magnas desigualdades socio-económicas que crecen de forma exponencial con las políticas neoliberales. No es posible la actual situación mundial donde unos pocos individuos reúnen una cantidad de riquezas mayor que naciones enteras. Una medida sencilla sería que estos ricachones pagarán un impuesto redistributivo en función de sus inmensas posesiones. Además no olvidemos que son estas desigualdades las que fuerzan las mayorías de las migraciones existentes hoy día.
Para finalizar, expresar que hoy más que nunca somos conscientes de que otro sistema social, que no sea el capitalista, es posible. Como bien nos recuerda Samir Amin, el capitalismo está senil, a puntito de morir. Su grado de insostenibilidad es tan alto que se hace imposible su continuidad por mucho más tiempo. Por esta razón se avecinan momentos de lucha y caos. En nuestras manos está hacer de este mundo un lugar un poco más humanitario y humano.

[1] Dada la relación existente entre las dimensiones económica y política, se realizará su análisis de forma conjunta.

[2] Esta idea se puede apreciar con claridad en la actual situación mexicana en torno al petróleo, donde el pueblo enfatiza dicho nacionalismo para impedir la reforma energética de Pemex.

Bibliografía
- Amin, S. (2002). Capitalismo senil. La Jiribilla.
- Bauman, Z. (2007). Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre. Tusquets. México.
- Castles, S. (1997). Globalización y migración: algunas contradicciones urgentes. Discurso inaugural de la reunión del Consejo Intergubernamental del MOST.
- De Sousa Santos, B. (2001). Nuestra América. Reinventando un paradigma subalterno de reconocimiento y redistribución. Revista Teoría, cultura y sociedad. nº18.
- Beck, U. (1998) ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Paidós. Barcelona.
- Wallerstein, I. (2005). Análisis del sistema-mundo. Siglo XXI. México.